lunes, 19 de enero de 2015

LA MURCIA HOSTIL (Carta a Murcia)

Querida Murcia:

Sí, tienes espacios -no muchos, la verdad- que invitan a propios y extraños a su solaz y esparcimiento, en los que tantas veces pueden disfrutar merced al buen clima que por suerte nos regalas.
Pero -¡ay Murcia!- cuando te pones borde no hay quien te soporte. Antes, sobre todo en los 70, las calles y plazas eran ocupadas, hasta rebosar, por vehículos aparcados caóticamente haciéndolas prácticamente intransitables. Esto, por fortuna, se atajó; ahora, después de vaciarlas de los molestos coches que tanto te afeaban, son las terrazas de bares y restaurantes las que sustituyen a aquellos y, como trombos, obstruyen tus venas, arterias y órganos principales de forma inmisericorde. 
El desaliño creciente al que estás sometida por parte de las administraciones públicas (local y regional) están haciendo de ti una ciudad hostil; sin gracia, incómoda… y sucia; aunque en esto último los ciudadanos tienen -tenemos- una responsabilidad compartida.
Las terrazas de los cafés Sol, Arenal y Moderno, junto a la glorieta, no entorpecían paso alguno y daban servicio a los ciudadanos (c.1920)
Con la proliferación de las terrazas de bares y restaurantes que, con ánimo recaudatorio, el Ayuntamiento ha permitido hasta el abuso, han secuestrado los espacios públicos que con tanta generosidad, años atrás, ofrecías a tus habitantes y visitantes. Se puede argumentar que este proceso de transformación da servicio al ciudadano, sí, pero esta devastadora práctica debe tener un límite, y ese límite está ampliamente rebasado. 

Plaza de las Flores (1957)

Kiosco en la Plaza de las Flores (c.1955)

Plaza de Santa Catalina
Plaza de las Flores
Un ejemplo de terraza integrada: las proporciones se corresponden con el entorno
("El estudiante", ya desaparecido, años 60)
Hay ejemplos que a todos nos vienen a la cabeza, como las plazas de Las Flores, Santa Catalina, Las Anas,… que simplemente han… desaparecido. Nos han echado de tus plazas las indeseables aglomeraciones que, como fieles rebaños, acuden a los atribulados rincones. 

La plaza de Las Anas a tope de toldos, mesas y sillas
La calle Bodegones desde la plaza de Las Flores


Embudo entre las plazas de las Flores y Santa Catalina



 Plaza de San Juan


Plaza de San Juan

Estas plazas y calles, tan sucias con restos de los servicios que con tanta desconsideración la clientela arroja al suelo, sucias también por la falta de compromiso por parte -no pequeña- de tus habitantes, a los que les importa un bledo tu aspecto y, por qué no, tu salud, arrojando sin recato cualquier cosa (papel, pañuelo, cajetilla, envoltorio,...) que les venga en gana; acompañado todo esto con los excrementos caninos que te desbordan por doquier -irritante-, y que los dueños de los animales no se dignan recoger, demostrando de esta forma el desprecio hacia lo público y la falta de respeto para con los demás. Para ser justos diré que el servicio de limpieza te mima con generosidad, pues lo veo, pero a esto debe acompañarle una incesante campaña de concienciación dirigida a los ciudadanos para que se contribuya al mantenimiento de tus espacios, antes, tantas veces celebrados. Cuando viajo a otros pueblos y ciudades, tanto de España como del extranjero, lo primero que me llama la atención es la pulcritud imperante. Vamos a decirlo claro: aquí falta educación; y mucha.
Lo más cómodo: tirar las cosas al suelo
Sin palabras

 
La Plaza de Santa Catalina: un espacio para el ciudadano (c.1960)


Plaza de Santa Catalina: aquí ya empiezan a complicarse las cosas (c.1970)

Terrazas en la plaza de Belluga (finales años 90)

Plaza de Romea (años 60): ¡Quién te ha visto y quién te ve!


Plaza de Romea en los años 70. El uso y abuso, entonces, parecía normal



Aparcamiento de motos en Santo Domingo (años 60)
Aparcamiento en la Plaza de Apóstoles (c.1970)

           




En esta página no he podido evitar, querida Murcia, comentarte también, como remate, la ocurrencia que alguna ‘cabecica pensante’ ha concebido para adornar la restauración del club social "García Alix", en el antiguo colegio del barrio de San Antolín. No se le ha ocurrido nada mejor que poner sobre un banco de hormigón que se apoya a lo largo de toda fachada, el nombre que lleva el centro social en enormes letras en 3D, hechas en hierro galvanizado, creo yo que para evitar que la gente utilice esto como asiento (un signo más de hostilidad para con quienes te habitamos). Ya de por sí, este sutil plan urdido me parece perverso pero, además, reviste un peligro enorme a la vista de los afilados ángulos que forman las letras. Cualquier persona que por allí pase corre un serio peligro, si de un resbalón se trata, en el mejor de los casos un desgarrón en la ropa; pero aún lo tienen peor los ciegos y los niños que, yendo como van -los niños, claro-, o sea, como motos, pueden golpearse con las letras y acabar gravemente lisiados. ¡Cualquier cosa! ¡Ay, Murcia! ¡Qué te están haciendo! 
Con toda seguridad que cualquier proyecto de fachada para un edificio de viviendas o negocio donde se hubiera presentado una idea similar a esta, habría sido inmediatamente rechazada. Lógico.

¿De quién habrá sido esta "genial" idea?
Da miedo verlo

De las pintadas ya hablaremos; este serio problema bien merece otra página. ¡Te afean tanto, Murcia!

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